La Quiebra Empresarial en el Sector de la Construcción en Ecuador: Causas y Lecciones
Autor:
Luis Eduardo Castillo Galvez
educastillo0612@gmail.com
La quiebra empresarial es un fenómeno que afecta profundamente el tejido económico y empresarial de cualquier país, especialmente en sectores clave como el de la construcción. En Ecuador, las empresas constructoras enfrentan un contexto de alta volatilidad, caracterizado por dificultades de liquidez, endeudamiento y la presión de factores externos que complican su supervivencia. Este texto explora los determinantes de la quiebra en este sector entre 2016 y 2023, periodo en el cual eventos internos y externos llevaron a muchas empresas a enfrentar una crisis de viabilidad financiera.
La Construcción en Ecuador: Un Pilar en Riesgo
El sector de la construcción ha sido históricamente un motor económico en Ecuador. Su importancia radica en su rol como generador de empleo, impulsor del desarrollo de infraestructura y por su efecto multiplicador en otros sectores de la economía. Sin embargo, esta relevancia económica no lo ha eximido de desafíos serios, que en algunos casos han llevado a la quiebra a empresas que, en otros contextos, podrían haber sido viables.
Las cifras de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en este sector han mostrado fluctuaciones significativas. Según el Banco Central del Ecuador, en el cuarto trimestre de 2023, el sector de la construcción experimentó una disminución interanual del 13,6%, reflejando una tendencia preocupante que ha afectado la participación del sector en el PIB nacional. Esta contracción se debe a factores como la desaceleración de la inversión pública, la incertidumbre económica y las fluctuaciones en la política fiscal, afectando tanto a las empresas constructoras como a los miles de trabajadores y proveedores que dependen de ellas.
Desde el punto de vista financiero, tres son los grandes determinantes de la quiebra en las empresas constructoras: la rentabilidad, la liquidez y el apalancamiento. Las empresas con rentabilidad insuficiente no generan los ingresos necesarios para cubrir sus costos operativos y financieros. Esto es particularmente problemático en un sector como el de la construcción, donde los proyectos suelen requerir grandes inversiones iniciales y tienen ciclos largos de recuperación de capital.
La liquidez, o la capacidad de la empresa para cumplir con sus obligaciones de corto plazo, es otro factor crítico. Las empresas que no cuentan con liquidez adecuada no pueden sostener sus operaciones y, en el peor de los casos, deben recurrir a deudas de emergencia, que agravan su situación. En el contexto de la construcción, donde los pagos a proveedores y salarios son esenciales para mantener el ritmo de las obras, una falta de liquidez puede ser devastadora.
Finalmente, el apalancamiento excesivo —el uso de deuda para financiar las operaciones— expone a las empresas a altos costos de servicio de deuda que pueden superar sus ingresos, especialmente si la economía se desacelera. En un entorno de tasas de interés variables, el apalancamiento puede llevar a un ciclo peligroso de endeudamiento y baja rentabilidad que resulta insostenible.
A los problemas financieros se suman factores externos que complican la operación de las empresas. Uno de los más relevantes es la inestabilidad económica general. Durante el periodo estudiado, el sector de la construcción en Ecuador enfrentó diversos desafíos externos, tales como fluctuaciones en la inversión pública, decisiones políticas que afectaron la disponibilidad de créditos y la pandemia de COVID-19, que alteró la economía global.
El impacto de la pandemia en particular fue devastador: en 2020, las restricciones sanitarias paralizaron proyectos, afectaron los flujos de ingresos y dejaron a muchas empresas sin la posibilidad de sostenerse financieramente. La crisis sanitaria global dejó una lección clara para el sector: la importancia de contar con planes de contingencia y una estructura financiera sólida que permita enfrentar choques externos imprevistos. Por otro lado, la alta dependencia del sector de la construcción de decisiones políticas y de inversión pública en infraestructura hace que estas empresas estén sujetas a la volatilidad presupuestaria. Un cambio en la administración gubernamental puede significar un redireccionamiento de fondos, afectando a proyectos en curso y, en algunos casos, dejando a las empresas con contratos que no pueden cumplir debido a la falta de financiamiento.
La Lección de la Resiliencia Financiera
Ante estos desafíos, la resiliencia financiera emerge como un concepto fundamental para que las empresas enfrenten crisis y mantengan su viabilidad. La resiliencia financiera implica que las empresas cuenten con una estructura de capital equilibrada y con reservas que les permitan solventar periodos de baja rentabilidad o liquidez sin caer en una espiral de deuda.
Un estudio sobre la quiebra empresarial en Ecuador señala que los ratios financieros durante el periodo 2016-2020 revela que aquellas empresas que lograron mantener un apalancamiento bajo y una adecuada relación de liquidez tuvieron mayores probabilidades de evitar la quiebra (Castillo, 2023). Esto sugiere que una de las mejores defensas ante la incertidumbre es una gestión prudente de los recursos financieros, enfocada en el control de costos y en la creación de fondos de reserva (Castillo, 2023).
Además, la diversificación de las fuentes de ingreso y la búsqueda de proyectos en distintas áreas geográficas puede ofrecer una mayor estabilidad frente a los cambios en la inversión pública o las condiciones del mercado. Este enfoque de diversificación es fundamental en un contexto como el ecuatoriano, donde la economía puede verse afectada por fluctuaciones en sectores claves como el petróleo o la minería.
Junto a la resiliencia financiera, la adaptabilidad organizacional es crucial para la supervivencia de las empresas. Esto implica que las empresas deben estar dispuestas y preparadas para cambiar sus estrategias y operaciones en función de las circunstancias. En el sector de la construcción, esto puede traducirse en adoptar tecnologías que aumenten la eficiencia operativa, como el uso de plataformas digitales para la gestión de proyectos, o la implementación de prácticas sostenibles que generen confianza en los clientes y en el Estado, como es el caso de los proyectos de construcción verde.
La adaptabilidad organizacional también significa ser proactivos en la identificación de riesgos y oportunidades. Las empresas que sobreviven a las crisis suelen ser aquellas que no solo reaccionan, sino que también anticipan. Esto puede implicar estar al tanto de cambios en la normativa, buscar alternativas de financiamiento o innovar en la manera de abordar proyectos complejos. En un entorno donde los recursos son limitados, la capacidad de optimizar el uso de materiales y de mejorar la eficiencia en cada etapa del proyecto puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
La combinación de resiliencia financiera y adaptabilidad organizacional ofrece un camino para que las empresas del sector de la construcción no solo sobrevivan, sino prosperen en un entorno incierto. La integración de estas cualidades en un modelo de gestión de riesgos puede ser la clave para transformar la manera en que las empresas enfrentan el riesgo de quiebra. Un modelo de gestión integral debe incluir la implementación de indicadores financieros y no financieros, como la evaluación de riesgos económicos y políticos, que permitan anticipar posibles crisis. Además, es crucial que las empresas incorporen estrategias de diversificación y desarrollo de capacidades internas para adaptarse rápidamente a cambios en el entorno.
Conclusión
La quiebra empresarial en el sector de la construcción en Ecuador es un problema complejo que no puede entenderse solamente desde una perspectiva financiera. Para que las empresas de este sector mantengan su viabilidad, deben desarrollar no solo la capacidad de enfrentar crisis, sino también de adaptarse proactivamente a un entorno cambiante. En este sentido, la resiliencia financiera y la adaptabilidad organizacional son cualidades esenciales que requieren una visión a largo plazo, una cultura de gestión prudente y una apertura a la innovación. Las empresas constructoras deben aprender de los desafíos de los últimos años y trabajar hacia un futuro donde puedan no solo resistir, sino prosperar en medio de la incertidumbre.